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Hagamos el bien

Hagámos el bien
Frank Moore

Estamos entrando a la temporada de Cuaresma. Durante el mes de marzo, quiero tomar esta oportunidad para resaltar las características importantes de la vida y el ministerio de Jesucristo. Comenzamos mirando el resumen que Pedro le expone al grupo reunido en la casa de Cornelio sobre la vida y ministerio de Jesús. Pedro lo expresa de manera sencilla: “Él anduvo haciendo el bien”.

“Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan:38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. (Hechos 10: 37-38).

Muchas veces dedicamos tiempo y atención al ministerio de sanidad y a la poderosa predicación de Jesús; y con razón, Jesús realizó milagros asombrosos y predicó sobre los profundos misterios de Dios y la vida humana en formas que han cautivado nuestra investigación e imaginación durante 2000 años. Consideraremos las diferentes facetas de la obra de Jesús en medio de nosotros en las próximas semanas. Sin embargo, hoy me gustaría que nos enfocáramos en una perspectiva importante de algunos de los momentos sin mucha trascendencia en la vida de Jesús.

Muy a menudo, estamos fascinados por los grandes titulares que aparecieron en los informes del ministerio de Jesús que asombraron o confundieron a su audiencia. Los “grandes eventos” de Jesús quizá tenían el mismo significado que los pequeños y sutiles gestos de bondad que Jesús le extendía a las personas a diario. Una sonrisa amable, una palabra de aliento o un toque de empatía a menudo pasan desapercibidos; sin embargo, Jesús le ofreció algo bueno a todas las personas que encontraba en el camino.

La Biblia no describe en detalle exactamente cómo Jesús hizo el bien. Pero, sí me imagino como. Yo sé cómo interactúa conmigo. Muchas veces al día siento una suave palabra de aliento que viene de Él o la sensación de que Él me está ayudando a llevar una carga difícil. De repente, estos encuentros me recuerdan su presencia y su bondad. Pocas veces describiría esas interacciones como algo dramático o una experiencia milagrosa. Sin embargo, estos pequeños actos de bondad me recuerdan que soy valioso para Él y que Él está a mi lado en este recorrido de la vida.

Cuando los líderes religiosos de Israel escucharon que Jesús acababa de resucitar a Lázaro de la muerte, decidieron que había llegado el momento de que Jesús muriera. Se esforzaron de gran manera para encontrar el mal en su vida, pero no pudieron encontrar un solo acto de maldad en nada de lo que hizo. Nadie tenía nada que decir contra él. Así que, tenían que hacer que la gente mintiera y torciera sus palabras para fabricar cargos contra Él. En su juicio, Pilato confesó: “No encuentro fundamento para un cargo contra este hombre” (Lucas 23: 4).

El ejemplo de Jesús de andar haciendo el bien en la vida diaria nos da un ejemplo. Probablemente no se nos agradecerá en Facebook ni se destacará en el boletín de la iglesia. Eso no importa. Los pequeños actos de bondad que le extendemos a los demás van sumando para ir formando un estilo de vida semejante al de Cristo. Hoy quiero ser más como Jesús.

Frank Moore es editor en jefe de Holiness Today y editor general de la Iglesia del Nazareno.